viernes, 9 de diciembre de 2011

Retorno al futuro


El primer objetivo de cualquier franquicia es meterse en los playoffs, paso obligado en el estrecho camino que conduce a la Super Bowl. Y es francamente difícil de imaginar que ningún equipo pueda hacerlo sin contar en sus filas con un sólido quarterback. Ciertamente podemos encontrar ejemplos en sentido contrario, pero siempre serán las excepciones que confirman esa regla. Así las cosas, entenderemos la importancia que disponer de un mariscal de campo de nivel. acostumbran a ser los protagonistas, los que acaparan mayor atención mediática y los que consiguen contratos más altos. Pero, ¿cómo conseguir a ese buen quarterback que lidere nuestro equipo?. No existe una única respuesta, aunque quizá la más acertada -aunque algo imprecisa, lo admito-, sería "de la forma que sea, por lo civil o por lo criminal, pero hay que conseguirlo!". Veamos algunas estrategias con ese único fin.


Modelo Tradicional de Largo Recorrido. La estrategia que podríamos llamar "clásica" consiste en desarrollar a un joven quarterback mientras que sigue jugando el Qb#1, seguramente en la recta final de su carrera. El primero sabe que en poco años tendrá la oportunidad de asumir el timón de la nave pero en el interín, los técnicos intentarán perfeccionar su juego, rectificando sus debilidades y potenciando sus fortalezas. Pero también se busca algo mucho más difícil, algo que puede suponer la diferencia entre el éxito o el fracaso de tanto tiempo, recursos y esfuerzos: que el aprendiz asimile las enseñanzas, a pié de campo, que el veterano puede tras transmitirle y que, de otra manera, podría tardar varios años y muchos disgustos. Ese conocimiento intangible, ese sexto sentido fruto de la experiencia que sólo los grandes quarterbacks pueden enseñar. Sin duda, el ejemplo modelo de los últimos años podríamos hallarlo en Green Bay cuando, tras tres años a la sombra de Brett Favre, Aaron Rodgers asumió el timón del ataque con el resultado que todos contemplamos.

Existe una circunstancia que puede poner en cuestión esta actuación. Es necesario que el quarterback titular sea lo suficientemente veterano como para ver en el horizonte una posible retirada. De otro modo, si los Qb's están en un margen más o menos estrecho, lo habitual es que el Qb#2 piense que está quemando ahí su proyecto deportivo y buscará la forma de cambiar de equipo. Un ejemplo de ello lo vimos en los New England Patriots cuando tras la lesión de Tom Brady, tomó los bártulos Matt Cassel con el suficiente nivel como para abandonar la franquicia para viajar hasta Kansas City, con la intención de desarrollar su carrera. Si Brady hubiera tenido más edad, puede que Cassel hubiera dado igualmente el paso, o puede que hubiera estado dispuesto a esperar una, dos, incluso tres temporadas más con la promesa de ser el siguiente quarterback al frente de los Pats.


Modelo Tradicional de Corto Recorrido. El espíritu es el mismo que en la estrategia anterior con la única diferencia que el tiempo aquí se convierte en un factor que juega en contra. El plan del equipo es acortar lo máximo posible el periodo de formación/adaptación del quarterback a quien se quiere situar al frente del equipo. Lógicamente los beneficios no suelen ser tan importantes como los logrados con el modelo antes comentado. Es difícil buscar un ejemplo ilustrativo pues aún desconocemos la fecha de posible retirada de alguno de los quarterbacks veteranos que aún lanzan pases por los campos de la liga. Quizá los Tennessee Titans estén pensando en ello con la dupla Matt HasselbeckJake Locker. También parecía que era la situación buscada en San Francisco con Alex SmithColin Kaepernick aunque seguramente la buena marcha del equipo haya hecho cambiar el plan. Incluso, si mucho me apuráis, también en Minnesota pensaban aplicar esta idea aún considerando que Donovan McNabb podría llevarles hasta lo más alto. El tiempo nos lo dirá.

Modelo Resultadista. De una sencillez pasmosa: solo vale la victoria y la queremos ahora. No importa ni la experiencia, ni el grado de preparación de unos u otros. Perdida la confianza con el supuesto quarterback titular, queda recurrir al resto de mariscales de campo en busca de un empujón. No es una estrategia que se planifique, sino un recurso de urgencia. Tim Tebow debe ocupar un lugar destacado para ejemplificar esta línea pero no debemos olvidarnos de lo que ha sucedido en Miami con Matt Moore y Chad Henne., incluso en Washington con Rex GrossmanJohn Beck. Lo entrentenido del asunto es sentarse a observar qué decisiones se toman en la franquicia tras esa temporada. ¿Despiden al peor?, ¿Se deshacen del que ha salvado las joyas de la abuela?. ¿Ambos a la calle, borrón y cuenta nueva?.

Modelo Que suene la flauta. La aplicación de este método suele poner de manifiesto que no se ha atendido debidamente ese proceso de formación que al principio del artículo explicaba. Así que la franquicia, sabedora que no hay nada tras el quarterback titular -retirado, lesionado o no renovado-, asume la crudeza de la realidad y decide apostarlo todo en el Draft o en la Agencia Libre. Debo de reconocer que, siendo una estrategia habitual, hasta hace poco merecía todo mi rechazo. Pero con el tiempo he aprendido que en realidad, es tan válido y viejo como cualquier otro. He elegido a los Carolina Panthers para ilustrar esta vía por su doble vertiente. Tras hartarse de un Jake Delhomme que siempre rindió muy por debajo de lo que esperaban, decidieron arriesgar su fortuna en el Draft del 2010. Pickearon a Jimmy Clausen y el fiasco fue importante. No contentos con ello, decidieron que la única solución pasaba nuevamente por la ruleta del Draft así que utilizaron su Pick#1 para hacerse con los servicios de Cam Newton. Y, como diría el entrañable coronel Hans Landa...


Y por último, aunque no menos importante: Modelo Visionario. Algún iluminado decide que su mejor elección pasa por el mayor fiasco de la historia. Comprobada la inutilidad de algún quarterback, algunos HC sienten la necesidad de pasar a la historia de la NFL como aquel técnico que tomó entre sus manos a un mariscal de campo totalmente incapaz y transformarlo en el nuevo Montana de la liga. ¿Resultado?, batacazo al canto. Ahí están en Seattle aún asombrados de que Carroll dejara escapar a Hasselbeck y contratar, como quarterback #1, a Tarvaris Jackson.

A estas alturas comprenderemos que para cada estrategia podemos ofrecer sonoros éxitos y estrepitosos fracasos. No existe una receta mágica, tampoco milagrosa. Ni siquiera es una cuestión de gustos; la más preparada de las transiciones puede acabar en debacle si el nuevo quarterback no es capaz de adaptarse al football de alto nivel. Y en ello no hay pasos previos; como en el toreo -arte que éticamente tanto rechazo-, uno no sabe si tiene lo que hay que tener hasta que no se ve frente al toro, en la NFL, hasta que no colocamos a un quarterback detrás de su center, en un partido de liga, no sabremos realmente de qué pasta está hecho. Por tanto, solo importa el resultado final del invento. Eso es lo único que cuenta.

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